Los infortunios de la vida me habían arrastrado a convertirme en un espíritu esquivo, un alma solitaria que huía de esa droga tan dañina que solo los incautos llaman «amor«. Mi existencia llegó a ser un borrón de una sonrisa, un error de la felicidad. Me refugié entre los muros de mi propio «yo» para sentirme a salvo… Me quise lejos de sentirme débil, del miedo a los latidos, del riesgo de amar sin venir a cuento y sin pensar en las consecuencias.
Hasta el día en que te vi. Aquella mirada a través de la puerta de tu despacho, contiguo al mío, derribó todos mis muros. Aquel Hola, me llamo Naira y soy la nueva me dejó sin coartada, sin mi estúpida lucha y sin cuartel… Aquel ¿me presentas a la gente y después te invito a un café? me llevó a lanzarme al vacío de tu sonrisa, esa que me deja sin respiración a cada momento y con cualquier excusa.
Con tu me lo he pasado bien esta noche, ¿nos vemos otro día? comprendí que solo un estúpido podía renunciar a verte a mi lado cada mañana, tan perfecta solo porque eres tú. Y llegó aquel creo que me gustas. Rompiste todos mis esquemas, disipaste mis dudas —reales e inventadas— y envolviste mis inseguridades en aquel delicado papel de regalo, compuesto de ternura y comprensión. Nunca supe dónde las abandonaste.
Nunca olvidaré la noche en que pronunciaste las palabras mágicas: te quiero. Y el guion que mi experiencia había previsto dio un vuelco. Esta vez fueron los fantasmas los que huyeron: ya no hubo más nada, salvo un todo y para siempre. Obraste el milagro; reescribiste mi (nuestra) historia. Y aquella pregunta que yo no había sabido responderme, ¿Qué es el amor?, dejó de tener sentido.
Porque el amor es el olor a café recién hecho cada domingo, cuando mis besos te despiertan y tú remoloneas, hasta que pongo mermelada a tus tostadas. Porque el amor es que apagues mi ordenador y me arropes, si me he quedado dormido mientras trabajaba de madrugada. Porque el amor es vivir juntos, sentir juntos, reír y llorar, el uno por el otro… Porque el amor es tu nombre escrito en el cristal del coche un desapacible lunes de frío y lluvia.
Porque el amor es toda mi vida… si la acaricias con tus dedos.