Enjambre sísmico. Día 37

Viviendo un temblor por primera vez.

Día 37. Santiago, 1 de agosto de 2019.

¡Qué caprichosa es la naturaleza! Un día normal, en un momento cualquiera. Estábamos comiendo, contándonos qué tal nos había ido la mañana. Llegan las 14:28 horas. Al principio, no lo percibí, hasta que noté que la vajilla temblaba sobre la mesa. Instintivamente, nos levantamos y el movimiento se hizo más palpable. Yo me dejé llevar; era la primera vez que experimentaba algo así. No es fácil explicarlo: en un primer momento me pareció algo similar a un escalofrío, pero, en realidad es más acertado describirlo como si tu cuerpo se situara en el centro de una turbulencia, de esas que atraviesas cuando viajas en avión.

Días atrás me dijeron que no podía presumir de haber estado en Chile si no vivía un temblor; dicho y hecho. Tras levantarnos, y todavía sintiendo el vaivén bajo nuestros pies, salimos al portal, asegurándonos de que la puerta de salida no se había quedado atrancada. ¡Todo está bien!

Apenas duró un minuto, aunque, según pude saber después por las noticias, se trató de un fenómeno más duradero de lo habitual. Cuando terminó, supe que la magnitud había sido importante pues, de lo contrario, no lo habríamos sentido; los edificios y construcciones están especialmente preparados para estas vicisitudes. En efecto: según los datos del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, el sismo registró una magnitud de 6,6 grados en la Escala de Richter, cuyo epicentro se situó a 48 kilómetros al Oeste de Pichilemu, a unos 13,2 kilómetros de profundidad.

Tras esta primera sacudida, se produjeron varias réplicas más, y, a eso de las 16 horas, volvimos a sentir una nueva convulsión, de una magnitud superior a 5. En esta ocasión, sentado en la cama, lo aprecié muy levemente. Gracias a este suceso extraordinario, aprendí conceptos y mediciones que no conocía, tales como el “enjambre sísmico”* o la Escala de Mercalli, casi más utilizada que la de Richter.

Lo más impactante, para mí, fue la reacción general de los chilenos: después de la primera intranquilidad, la vida volvió a la normalidad de inmediato. Nadie le dio especial importancia: “estamos acostumbrados”, “no es el más grave que he vivido”. Me sorprendió, además, el modo en que la gente se refirió al evento: nadie lo llamó terremoto, en ningún momento. Yo lo habría denominado así, sin duda.

Chile es una zona de alta actividad sísmica. El país está más que preparado para afrontarla. Pero, para quien no está acostumbrado, no deja de ser una experiencia singular.

Aquí, más datos.

* Enjambre sísmico: ocurrencia de un conjunto de eventos sísmicos, de magnitudes similares, en un área específica durante un período de tiempo relativamente corto. Fuentes: Wikipedia, Meganoticias.

Ahora sí puedo afirmar que he residido en Chile.

Publicado por

Javier Sánchez Bernal

Licenciado en Derecho, Máster Universitario en Corrupción y Estado de Derecho y Doctor por la Universidad de Salamanca. Líneas de investigación: Derecho penal económico, Derecho y deporte, corrupción pública y privada. Proyecto de escritor.

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