Recensión e ideas de «Los detectives salvajes»
- Autor: Roberto Bolaño.
- Editorial: DeBolsillo.
- Año: 1998 (Primera edición en DeBolsillo, enero de 2017; quinta reimpresión: noviembre de 2018).
- Temática / género: novela negra, novela costumbrista.
- Número de páginas: 754.
Ulises Lima y Alberto Belano son dos jovenes poetas en el México de los años 70, pertenecientes a la corriente del realismo visceral, movimiento homenaje a otra corriente literaria del mismo nombre liderada, en los años 20, por la poetisa Cesárea Tinarejo. Los dos protagonistas, acompañados de otros integrantes del colectivo, entre los que destacan el joven Juan García Madero, también poeta y estudiante de Derecho, narrador de la trama en algunas partes de la obra, se embarcan en la difícil misión de encontrar a Tinarejo. Los avatares de tal labor llevará a los protagonistas a definir su propia vida, marcadas por los recuerdos y la incertidumbre.
No resulta fácil concretar y conectar toda la obra en una sola reseña breve, si bien voy a tratar de sintetizar los elementos más característicos. La novela consta de tres partes: una primera, narrada por García Madero y que transcurre en México D.F. en el año 1975. Esta enlaza con la tercera, que transcurre en el desierto de Sonora en 1976, también relatada, en primera persona, por el mismo personaje. La segunda consta de fragmentos de testimonios correspondientes a 52 personajes más y cuenta las vivencias de Lima y Belano en sus estancias en diversos países de Europa, África, Asia y América.
Así pues, reorganizando el argumento, el orden cronológico de los acontecimientos reflejados en la novela sería el siguiente: la primera y tercera partes reflejan las andanzas de los poetas del realismo visceral en el México D.F. de 1975 y la búsqueda de Cesárea Tinarejo en la zona de Sonora por parte de Ulises Lima y Arturo Belano en 1976. La segunda parte, correlativamente, se refiere a las experiencias de Belano y Lima cuando logran el objetivo que se han marcado y, posteriormente, salen de México rumbo a otros enclaves alrededor del mundo.
He de confesar que mi lectura de Los detectives salvajes ha atravesado diferentes fases. Al inicio me resultó densa, en cierto sentido farragosa, tal vez por la anormal cantidad de personajes relevantes y la falta de conexión aparente entre estructura y argumento. Esta sensación se acentuó al comenzar la segunda parte, si bien con el transcurso de las páginas, el entramado fue paulatinamente cobrando mayor sentido.
Lo cierto es que la calidad de la obra y la destreza con la que está escrita es innegable. El autor demuestra un profundo conocimiento de la realidad mexicana de los años 70, así como un evidente dominio de diferentes estilos y registros lingüísticos y culturales. El retrato que realiza de la poesía y, en general, de la sociedad mexicana es claro: la pobreza y la precariedad eran signos distintivos, mientras que el sexo, las drogas y la literatura se convierten en el aderezo del fracaso de una generación de poetas que no llegan a encontrar su fundamento ni su lugar en la Historia.
No es tampoco desdeñable la construcción pormenorizada que esboza de los personajes, y ello no solo de los principales, sino también de los recurrentes: personalidad, antecedentes, contexto. Y, aunque se trata de mera elucubración, no me parece descabellado argüir que el desorden y falta de coherencia lineal en el relato obedece a una idea premeditada del autor, presentándolo como un indicio más de la fotografía que pretende mostrar al lector de la realidad mexicana.
Catalogar Los detectives salvajes en un solo subgénero de la novela supondría dejar fuera la amalgama de matices que la definen, aunque me decanto por sostener que Bolaño nos ofrece un relato costumbrista, crudo, de una realidad que no le fue ajena durante su juventud. A pesar de los desafíos que plantea su lectura, adentrarse en la obra no os dejará indiferentes.
Valoración: recomendable (3/5).