Empapándonos de aventura.
Día 68. Lima-Cañete-Lunahuaná (Perú), 1 de septiembre de 2019.
Debíamos levantarnos a las 3:30 de la mañana, según habíamos acordado con nuestros amigos, pero, vencidos por el sueño, amanecimos casi una hora después. A eso de las 6 salimos de casa y nos encontramos todos, dispuestos a disfrutar de un maravilloso día entre Paracas e Ica. Apenas habíamos salido de Lima cuando el coche decidió pararse: el motor no pudo más.
El dueño del coche tuvo que quedarse, esperando la llegada del mecánico y la grúa. Ese fue el punto negativo del suceso. Los demás, decidimos mantener el día de paseo y cambiar nuestros planes. Un taxi hasta un paradero en el kilómetro 41 de esa carretera y, ahí, tomamos un autobús que nos dejó en Cañete, una localidad al sur de Lima. Al llegar, un desfile en la que niños participaban totalmente acompasados. Un desayuno a base de café pasado y sándwich de chicharrón.
Tras recuperar fuerzas, nos embarcamos en una furgoneta que nos llevó a Lunahuaná, un lugar que recomiendo conocer. Lo primero que nos sorprendió fue el cambio de clima: de un día nublado a un sol radiante. Tras un refrigerio para el calor, decidimos contratar un tour que incluía diversas actividades: una casa encantada, una visita a una granja apícola, visita y degustación de vinos semidulces y pisco en una bodega de la zona, paseo por el puente colgante y la iglesia. Casi tres horas de paseo por unos cinco euros por persona (20 soles peruanos).
Comimos tarde, a eso de las 5 de la tarde. Un rico lenguado con salsa de ajo, aunque lo cierto es que el servicio que nos brindaron no fue el mejor. Finalizado el almuerzo, de nuevo en furgoneta, volvimos a Lima, que nos recibió en la luminosidad de su noche.
¡Nos encanta Perú!