Su nombre es Bahij y es de origen sirio. Hace unos años vino al bufete buscando asesoramiento, pues había sido acusado de facilitar el acceso ilegal en España de algunos compatriotas. Por aquel entonces, yo comenzaba en el ejercicio de la abogacía y tuve miedo de no saber ofrecerle una solución eficaz. Recuerdo perfectamente sus palabras:
—Yo vivo en situación legal. Solo quiero ejercer la medicina en paz. Todo aquello de lo que me acusan, no es cierto…
Me involucré en su caso tanto como pude y, finalmente, a pesar de que el fiscal solicitaba un año de prisión, conseguí que lo declarasen inocente; su causa apenas se sostenía y pude demostrarlo.
Hoy ha venido a visitarme: me ha contado que lleva año y medio como médico de urgencias en el Hospital y que ha sido premiado por su incansable labor en la lucha contra el COVID19. No puedo ser más feliz.
Tras unos minutos de charla en mi despacho, me ha pedido que tomásemos un refresco en el bar de la esquina y me ha revelado que, junto con otros sanitarios, ha puesto en marcha una ONG para facilitar tratamientos contra la pandemia en zonas menos favorecidas. En ese momento, me ha confesado el motivo de su visita: quieren contratarme para gestionar la creación y llevanza de la organización. No he necesitado pensarlo mucho: en esta ocasión, como en muchas otras a lo largo de mi carrera, he sentido la necesidad de dar un paso adelante.
Qué buen trabajo hiciste y qué maravilloso resultado.
Ojalá te hubiera conocido para que pudieras haber defendido un caso tremendo: injusticia con menores maltratados y lo peor después de presentar pruebas y hasta el perito judicial y la fiscal no recomendar custodia compartida, el juez ha desoido.
Es desolador.
Ojalá hubiera muchos abogados tan implicados como tú.
Un abrazo. 🌹
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¡Muchas gracias! Este relato es ficticio, presentado a un concurso, aunque sí está basado en alguna experiencia profesional del tiempo en el que ejercí la abogacía.
Un abrazo.
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