Va avanzando septiembre y no podía faltar mi microrrelato para el reto «Escribir Jugando», propuesto por Lídia Castro en su blog. Para este mes, he utilizado las imágenes tanto de la carta como del dado, así como me he atrevido con el desafío opcional: Que aparezca algo relacionado con la cinta adhesiva: la palabra, año de creación, creador… lo que sea que te inspire de la siguiente tarjeta.
A pesar de que cuenta una historia triste, ¡espero que os guste!
* . * . *
No existe cinta adhesiva que recomponga un corazón hecho añicos por el dolor. Diez años atrás, aquel borracho maldito la sumió en un sueño del que no conseguía despertar. Nada podía hacer yo, salvo velarla cada día en aquel sofá de hospital, esperando el milagro.
Nunca olvidaré aquella tarde de otoño: tras la visita rutinaria del doctor, sentí un leve movimiento. Sin poder contener las lágrimas, cogí su mano:
—¡Tesoro mío, estás aquí! Te amo… —dije, en un hilo de voz entrecortado.
Ella sonrió; había vuelto para despedirse. Después cerró sus ojos… y mi alma fue con ella para siempre.
(100 palabras)
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¿Triste? Tu historia no es triste… es arrebatadoramente dramática 😥 Mi alma se fue con ella también. Muy bien escrito, Javier. Consigues lo que te propones, sin duda.
Muchas gracias por participar en el reto.
Un abrazo y hasta pronto.
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¡Gracias, Lídia! Es cierto que es dramática. Te confieso que, a pesar de ser ficción, se me escapó alguna lágrima escribiéndolo. ¡Un abrazo!
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Eso es que conectaste con la historia como debe ser 😉
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Me ha parecido sublime. Un abrazo, Javier.
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¡Muchas gracias, Marisa! Te agradezco mucho la lectura y el comentario. ¡Un abrazo!
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Jo!
Vaya estacazo al final. Pensaba que se recuperaba. Duele hasta desde aquí. Me alegro de que sea ficción. Transmites.
Saludosss
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¡Muchas gracias! Lamentablemente, a veces la vida nos da golpes durísimos, arrebatadores y eso es lo que quería reflejar con el microrrelato. ¡Un saludo!
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