74. Ad auxilium vocatus

Me preguntas por qué me convertí en abogado. Aquel caso, tan mediático, del joven que se encontraba en el corredor de la muerte de Estados Unidos y fue declarado inocente en un nuevo juicio, me marcó. Y, con el tiempo, comprendí que este es mi lugar. Es algo más que una vocación; es voluntad de servicio público: implica velar por todos y todas, y vigilar que se respeten sus derechos; coadyuvamos a proteger la salud de nuestra Justicia, garantizamos el acceso a las oportunidades, inherentes a nuestra Democracia, que consagra nuestra Constitución y luchamos por una sociedad más igualitaria. Ser abogado no tiene edad. No olvides, amiga, que el compañero de la contraparte no es tu enemigo y que, ambos conjuntamente, debéis contribuir a dignificar nuestra profesión. Tesón, empatía, proactividad y dedicación son los valores con los que cambiarás el mundo.

Esfuérzate siempre en ser honesta con tu cliente y con los demás, déjate la piel en cada vista, cada escrito y cada consulta. Ser el mejor no significa ganar siempre, pero sí haber dado el máximo por los intereses de tu defendido; llega hasta el final con independencia de las circunstancias. De tu pericia dependerán vidas, libertades y sueños.

Publicado por

Javier Sánchez Bernal

Licenciado en Derecho, Máster Universitario en Corrupción y Estado de Derecho y Doctor por la Universidad de Salamanca. Líneas de investigación: Derecho penal económico, Derecho y deporte, corrupción pública y privada. Proyecto de escritor.

7 comentarios en «74. Ad auxilium vocatus»

  1. Autorreferencial entrada, con una visión personal idealista y desprendida de todo sesgo material. Ay, amigo mío si la mayoría de tus colegas, pensarán como tú, el mundo no sería el caos en el que hoy sobrevivimos. Un cordial saludo.

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  2. Es una pena que la corrupción económica y el poder político estén ensuciando tan digna profesión. Confío que la buena gente haga callar a esos indeseables. Pues creo firmemente que la justicia debe actuar siempre por encima de otros intereses que no sea ella misma. ¿Cómo vamos a sentirnos seguros, respaldados por esos pervertidos?

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    1. Sin duda, la corrupción es uno de los males más graves a los que nos enfrentamos en nuestra sociedad actual. Mina la confianza en las instituciones y empobrece a las comunidades. Por eso, todos tenemos un rol importante a la hora de combatirla, cada cual desde su posición. ¡Muchas gracias por leer y comentar! Un saludo.

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