(Serie «Microrrelatos Apocandémicos» I)
31 de octubre de 2121.
No sé cuánto tiempo me queda… Llevo escondido en este zulo más de dos meses, elaborando mi propia alimentación sintética con los nutrientes básicos para sobrevivir. Adjuntaré a este comunicado el test de pureza que me realizaron al nacer: 99,8%. Es probable que yo sea el último ser completamente humano en base a su información genética. Eso me convierte en una rara avis y en un espécimen muy valioso, para unos y otros: unos desearían capturarme para convertirme en su conejillo de indias; los otros, buscarían eliminarme para completar la transición a la súper raza.
Es difícil concretar cuándo la especie humana certificó su deriva, si bien la mayoría de crónicas coinciden en la misma fecha: 15 de marzo de 2021, hace ahora exactamente un siglo. El mundo padecía la pandemia por la COVID-19, la primera de las Tres Grandes que han asolado nuestro planeta y nuestro satélite lunar desde entonces. Aunque se sabe con certeza que se trató de la menos virulenta, los políticos de aquellos tiempos se vieron superados, demostrando su absoluta ineptitud y condenando a la población a meses de incertidumbre, medidas ineficaces, ruina y muerte. Se cifraron oficialmente en un millón y medio los decesos contabilizados a nivel mundial, junto a los más de 100 millones de contagiados, si bien existe acuerdo en afirmar que la estadística real arrojaba números mayores.
Como decía… a finales del invierno de 2021, la empresa farmacéutica AnViDi Enterprise, desconocida hasta entonces, sacó al mercado la vacuna MAV2.1, con unos datos esperanzadores: nivel de protección (por respuesta inmunitaria contrastada) del 99% durante un plazo mínimo de 2 años; sin describirse efectos secundarios de gravedad. Además, anunció tener disponibles más de 10 millones de dosis para comenzar con las vacunaciones a nivel mundial de forma inmediata; fármacos que distribuiría de forma gratuita y proporcional a los distintos gobiernos.
Nadie pudo, supo o quiso presagiar que el júbilo con que se recibió el nuevo tratamiento supondría el principio del fin de la especie, tal y como se conocía.
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¡Muy bueno! Me ha venido a la mente el inicio de «Soy Leyenda». Enhorabuena.
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¡Muchas gracias por leer y comentar, y por tus palabras! Me alegra que lo hayas disfrutado. Espero publicar pronto algún relato más de esta serie. ¡Un fuerte abrazo!
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Cierta y contundente entrada, con la cual coincido plenamente! Quizás la gracia de Dios o en quien creas, te toco mágicamente y decidiste presentar un recurso de amparo por la inconstitucionalidad de la obligatoriedad de vacunarse y ahora gozas como un ermitaño; que hasta tiene la posibilidad de recuerdos gratos primigenios, que puede traer a su memoria, sin tener culpa alguna.
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¡Muchas gracias por leer y por tus palabras! Esta situación en la que vivimos es extraña, particular. Y está sacando lo mejor, pero también lo peor, de las personas. Es lo que trataré de mostrar en esta serie de relatos distópicos. ¡Un fuerte abrazo!
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Qué maravilla de texto! Me ha encantado y emocionado. Brutal. Enhorabuena
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¡Muchas gracias por leerlo y comentar, Cristina! Es el primero de una serie de relatos, que espero que te gusten. Un saludo.
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Seguro que me encantarán. Un abrazo Javier
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