81. Confesiones ante el estrado

No conozco a nadie más resiliente que al abogado. Su presencia, rigurosa y educada, es fiel reflejo de su vocación: es un profesional, de actitud camaleónica, capaz de construir la mejor defensa con recursos escasos, pues cuenta con el material más preciado: ingenio, estudio y responsabilidad. Defienda un interés urbano o rural, público o privado, o actúe en un ecosistema propicio o adverso, su lealtad a la profesión le llevará a dar lo mejor de sí mismo. La ley es la vivienda y la Justicia, sus robustos cimientos. Es, sin duda, un dechado de virtudes: capacidad de escucha, razonamiento analítico y habilidad para aportar soluciones creativas a problemas complejos. No escatima esfuerzos en buscar la verdad material ni sucumbe ante los rigores propios de su oficio: plazos, presunciones, burocracia o contradicción. Lunes o domingo; nevando o en el bochorno de agosto: lo encontrarás siempre dispuesto a acompañarte hasta el final.

Además, el abogado es una persona valiente. En los actuales tiempos de pandemia, no han sido escasas las oportunidades en que la abogacía ha sido maltratada: retrasos injustificados, faltas de respeto, ausencia total de flexibilidad y empatía por parte de otros profesionales del mundo jurídico… y ello por no hablar de las precarias condiciones en las que tienen que ejercer quienes prestan servicios en el Turno de Oficio. En fin, un cúmulo de adversidades que no hacen sino encumbrar la figura del defensor. 

No soy abogado, aunque los admiro. Gracias por cada desvelo; perdón por cada incomprensión.

Firmado: un ciudadano anónimo.

Publicado por

Javier Sánchez Bernal

Licenciado en Derecho, Máster Universitario en Corrupción y Estado de Derecho y Doctor por la Universidad de Salamanca. Líneas de investigación: Derecho penal económico, Derecho y deporte, corrupción pública y privada. Proyecto de escritor.

10 comentarios en «81. Confesiones ante el estrado»

  1. Me ha recordado a una pareja de abogados, amigos míos. Tus palabras reflejan mi más sincera admiración hacia ellos. Seguro que siendo castellano les conoces, Javier Álvarez y Elizabeth Cejudo, profesionales como la copa de un pino

    Le gusta a 1 persona

    1. ¡Muchas gracias por tu comentario, Alex!
      Yo solo ejercí como abogado un corto período y, de verdad, admiro a todos los colegas que os dejáis la piel en cada caso. Dedicarse al Derecho penal desde la Academia es precioso, también, pero lo que aprendí como letrado irá siempre conmigo.
      ¡Un fuerte abrazo!
      Javier.

      Le gusta a 1 persona

  2. Hola Javier, creo que es la primera vez que comento uno de tus relatos, y espero que no sea la última. La alternativa que planteas es muy interesante y da que pensar al respecto. Tengo mis dudas si algo hubiera cambiado, partiendo de la base de que los feligreses seguirían siendo los mismos, y creo que ahí está el meollo del asunto. Pero nunca se sabe, viendo qué era lo que predicaba Jesucristo y en lo que se ha quedado, si su creador fuera una Diosa quizás todo hubiera sido muy diferente.

    Me ha gustado tu relato. Un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola, Carles.
      ¡Muchas gracias por leer y por tu comentario! Yo también espero que sea el primero de muchos 🙂
      En efecto, es muy difícil saber qué habría sucedido en el contexto que planteo en la ucronía, pero sí creo que el papel de la Iglesia en la Historia habría sido diferente.
      ¡Un abrazo y gracias!

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.