No hay verano sin Romano

Cuando uno piensa que David Rubio (y su ‘Tintero’) no puede superarse, nos asombra con una ingeniosa propuesta que es, ante todo, un desafío, pero, en mi caso además, una oportunidad de desmitificar un trauma que más de un jurista (sobre todo, aquellos que estamos próximos a la cuarentena) ha sufrido, a veces en carne propia y muchas otras como un fantasma de otros.

Este noviembre nos presenta el Microrreto: ¡Bienvenidos al club de las leyendas urbanas! en el que nos anima a escribir una historia de esas características, con todos sus ingredientes: un par de sobres de verosimilitud y moralidad, un surtido de personajes estereotipados, un buen caldo de problemas y temores sociales, la delicatessen de un final absolutamente sorprendente y, sobre todo, un cocinado muy ligero.

Se trata de un reto muy exigente y no sé si habré logrado acertar con todas las notas de la melodía, pero ¡allá va! ¡Espero que lo disfrutéis!

* . * . *

Imagen tomada de ‘El Tintero de Oro’

Tenía fama de ser el más estricto del Estudio salmantino. Temido y evitado por los neófitos en Derecho, se decía de él que era un hombre taciturno y huraño, denostado por el resto de sus colegas en la Universidad. Abundantes fueron las habladurías que la joven escuchó acerca de los escasos afortunados que superaban la asignatura a la primera: desde que otorgaba el aprobado lanzando los exámenes al aire, hasta que solo superaba el trance uno de cada cien alumnos de cada curso.

El miedo que ella le profesaba a aquella materia infernal, a la postre la más extensa de la Licenciatura, se acrecentaba con el paso de las semanas. Nada parecía ayudarle a fijar aquellos arduos contenidos y sabía que, si pretendía cumplir su sueño, no podía perder la beca. A las puertas del examen, se armó de valor y solicitó una tutoría con el ermitaño docente. Al llegar a su despacho, lo encontró con la cabeza enterrada entre las manos y lágrimas tardías en sus ojos:

—Disculpe, si es un mal momento, puedo venir otro día…

—Por favor, María, siéntese —respondió él, con la voz quebrada.

Ella respiró hondo, eligiendo con mimo las palabras:

—Solo quería algún consejo para…

De parvis grandis acervus erit. No soy ningún ogro; cada año sois menos los valientes. Quizá sea hora de dejarlo, este viejo no conecta con vosotros como antes. Hazme un favor, ¿de acuerdo? Estudia antes de sentenciarme…

Hoy es María quien llora al mejor profesor que nunca tuvo.

(249 palabras)

Publicado por

Javier Sánchez Bernal

Licenciado en Derecho, Máster Universitario en Corrupción y Estado de Derecho y Doctor por la Universidad de Salamanca. Líneas de investigación: Derecho penal económico, Derecho y deporte, corrupción pública y privada. Proyecto de escritor.

53 comentarios en «No hay verano sin Romano»

  1. Me gustó mucho el relato, y me dejó cierta melancolía. En las facultades siempre existen leyendas que rondan a ciertos profesores, espero librarme yo de ellas en un futuro. (Estoy a tres materias de recibirme de profesora de lengua y literatura, ja, ja).
    Muy buen microrrelato. Un abrazo.

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  2. Hola, Javier. Nos presentas a la otra cara de la moneda, yo si he conocido a algún profe maniático, pero eran peores los que sin fama y sin avisar te cardaban la lana y así te quedabas. Los chungos van de cara y como en tu historia hacen su leyenda a cuenta de los vagos. Saludos 🖐🏼

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  3. ¡Hola, Javier! Jo, no solo nos traes un estupendo relato que nos alerta sobre los prejuicios, sino que trajiste recuerdos de la Facultad. Recuerdo que en primero de carrera, en Historia del Derecho tenía un profesor parecido, Aquilino Iglesias. Desde luego que era un personaje muy parecido al del relato. El primer día de clase, recién llegados a la Facu, va y nos suelta. «Cuánta gente hay en clase, bueno, en la siguiente seremos 20 como mucho». Y así fue, porque él no daba clases al uso, para eso estaba los dos tochazos de su manual de Historia del Derecho, así que se ceñía a un librito en el que se comentaban textos. Lo trataban de ogro, pero yo que fui de los pocos que siguió sus clases, me di cuenta que lo que en realidad quería es que apreciáramos su asignatura y para los que fuimos fue realmente fácil aprobar. Un abrazo!

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    1. ¡Hola, David! ¡Aquilino Iglesia! Mis profesoras de Historia del Derecho lo mencionaron más de una vez… es cierto que había profesores que tenían mala fama y finalmente fueron de los mejores. Y ahora que yo estoy del otro lado, espero que no me odien mucho, ja, ja.
      Ha sido un placer participar en este nuevo reto de ‘El Tintero’. ¡Un abrazo!

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  4. Hola Javier. Yo tuve un profesor así en la asignatura de física de primero de carrera, tanto era así que esta asignatura solía ser de las últimas que la gente intentaba aprobar, y algunos se cambiaban de facultad solo para aprobarla. Yo la pospuse también hasta el final, y la verdad la asignatura no me pareció tan temida una vez superada. En tu relato consigues que empaticemos con el ogro que al final no lo es tanto, todo un logro. Un saludo.

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  5. Los prejuicios nos llevan muchas veces por el mal camino. Y en el ámbito universitario se dan (o se daban) con mucha frecuencia. Habladurías que se transmitían de curso a curso y que no se sustentaban en nada más que en suposiciones sin ningún fundamento. Pero siempre hay excepciones, claro está, je,je.
    Leyenda o fábula, pero ejemplarizante.
    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Mayte! Yo creo que el Romano se llevaba muchas leyendas negras (en ocasiones, infundadas). Yo tampoco la padecí y lo cierto es que los profesores que yo tuve, en promedio, suspendieron a más compañeros que la profesora que llevaba la mala fama. Muchas gracias por la visita y por el comentario. ¡Un saludo!

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  6. Profesores!!, claro que si, uno de los temas favoritos que uno tiene de estudiante y cierto cuanto mas exigente y fuerte de personalidad sea el maestro mucho mejor es. Como no recordar a John Houseman haciendo de Kingsfield. Asi imagino a este profesor que nos narras. Y verlo llorar, es muy chocante. No lo puedo creer…. supongo la chica Maria invento esto de la llorada.

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    1. ¡Hola, José! En realidad, no sé si la chica se lo inventó, ja, ja. Pero no es menos cierto que muchos profesores se han creado una máscara a lo largo de los años que no se corresponde con lo que son más allá de la Facultad. ¡Muchas gracias por el comentario y por la visita! ¡Un saludo!

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  7. Hola, Javier. Buen Micro. Hay algunas leyendas urbanas tanto en la docencia, los estudios como en la vida laboral que subsisten en base a distintas falacias que casi se superponen. Quién no puede recordar aquella asignatura, auténtico hueso, cuyo abnegado profesor defendía legítimamente su adecuado estudio. Para quienes nos hemos batido el cobre para la consecución legítima de nuestro sueño nos duelen y apenan las prácticas de algunos chiringuitos académicos que fomentan las titulaciones de grado o másteres internacionales “estilo” Haravaca a cambio de… vaya a saber qué futuras “coincidencias”. Muy buena leyenda urbana. Un abrazo.

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  8. Me recordó a otro profe, aunque más bien por no seguir demasiado el programa (yo soy de ciencias y en «construccion» no te puedes salir mucho del guion).
    El relato nos lleva por edificios antiguos y pasillos oscuros (igual es lo que imagino).
    El giro es un estacazo a los prejuicios
    Saludos

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  9. Hola, Javier. Ya veo que en todas partes hemos sufrido y gozado con estos profesores. Leyendas urbanas de duros que se transforman. Siempre he creído que se trataba de profesores con miedo escénico que lo tapaban con una máscara de dureza. Me ha gustado este micro tan evocador. Un abrazo.

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  10. Hola, Javier. ¡Qué bien lo has contado! ¿Quién no ha tropezado con algún profesor-ogro?, se suele confundir la exigencia con la dureza de trato, y en general no es así, aunque te digo que yo tuve a una de Historia del Arte que alguna tara personal debía padecer, porque no era normal su trato con la mayor parte del alumnado, en especial con las chicas.
    Espero que ahora que, como dices, estás del otro lado, no seas excesivamente duro con tus alumnos.
    Un muy buen trabajo, Javier.

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    1. ¡Hola, Isabel! ¡Muchas gracias por tu visita y por tus palabras! Es cierto que todos nos hemos cruzado alguna vez con algún profesor duro o peculiar… Te puedo decir que, desde el otro lado, es una tarea también complicada pero que, al menos, siempre intento mirar desde los ojos de los alumnos. ¡Un saludo!

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  11. Hola, Javier. Pues eso mismo, pero con una profe de infantil, me ha ocurrido este año con mi hijo. Cuando los padres veteranos se entraban de la profe que le había tocado se echaban las manos a la cabeza, y resulta que la mujer es de lo más coherente y dispuesta que existe.
    Muy buen trabajo. Felicidades.

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  12. Hola Javier, el micro nos muestra el lado duro y difícil de digerir cuando las apariencias o las envidias nos hacen una mala jugada. Mayormente confundimos la rectitud y la responsabilidad académica de formar profesionales, con la falta de humanidad, y es que está más que probado que si eres un blandengue, abusarán de ti y perderás credibilidad por falta de coherencia. Ahora bien hay profesores que confunden esto, y creen que siendo implacables inspiran respeto y demuestran superioridad al alumnado, con la finalidad de inducirlos a superarse, craso error, solo consigue alejarlos de esa meta.
    Y hay un tercer grupo de profesores que son unos frustrados, les costó mucho hacerse profesionales y les hacen la vida imposible a sus estudiantes. En mi tiempo de estudiante universitaria había unos cuantos de este grupo en la facultad de ingeniería, nos la ponían en China porque no querían mucha competencia afuera decían. El problema es que no eran realmente profesores graduados como tal, sino ingenieros dando clases, sin ningún tipo de pedagogía, ja, ja. Por suerte acabé la carrera en el tiempo que duraba, pero supe lo que era sacar una nota regular o repetir una materia por primera vez estando en la
    facultad.

    Buen micro, Javier.

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    1. ¡Hola, Idalia! Muchas gracias por tu visita y por el comentario. En efecto, existen tales grupos de profesores, entre otros. Creo que la virtud está en compaginar el ser competente en tu trabajo con la empatía con el estudiante y sus circunstancias. Vivimos en un mundo que prima la cantidad a la calidad y eso no siempre es la mejor receta. Gracias por tus palabras, ¡un saludo!

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    1. ¡Hola, Raquel! ¡Muchas gracias por la visita y por tus palabras! Es cierto que, a veces, algunos docentes utilizan métodos algo anquilosados en el tiempo, pero no es menos cierto que las famas muchas veces son infundadas y tienen que ver con las experiencias traumáticas de alumnos que no han hecho todo lo posible por cumplir los objetivos de una materia. ¡Un abrazo!

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  13. ¡Hola, Javier!

    Estupendo el tono que has otorgado al relato con dos añadidos: siempre va de menos a más y lo cierras con un giro emocional que seduce gratamente al lector. Por otro lado, tuve una experiencia similar con un «profe-ogro» con el que tuve mucha paciencia por pura intuición. Finalmente nos hicimos incluso amigos y de hecho fue el que me dio los mejores consejos a la hora escribir en público o para la creación de un blog.

    Un gran saludo.

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  14. Me quedo con las dos enseñanzas. La que dictamina la frase en latín (las cosas pequeñas hacen las cosas grandes) y la que saco en conclusión de la historia. No prejuzgar de antemano al prójimo.
    Un saludo.

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  15. No me ha recordado a un profesor mío, porque yo no estudié Derecho, sino a uno de mis amigos de esa carrera. Era de Derecho Romano. Recuerdo que desmenuzaba la asignatura poniéndoles exámenes todas las semanas. A veces les quedaba una suspendida que debían repetir a la semana siguiente. Más que duro, les absorbía como una esponja el tiempo a dedicar a las otras asignaturas.
    Muy bueno tu micro.
    Un abrazo.

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  16. Hola Javier, un buen relato de un muy buen maestro en este mundo que con un suspenso, sigues el camino de la universidad, yo no sé ahora que sentido tiene el estudiar la carrera de maestro, y la juventud no se esfuerza y mucho menos si el día de mañana, estudian para cirujanos y no aprueban y los pasan, en que manos estamos para que nos salven la vida, en fin un relato muy bueno, yo lo he disfrutado mucho, un saludo de flor.

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