26 de marzo de 2023.
…uno de los regalos más bonitos que la vida puede darte. Pero, querido Mateo, eso no es sinónimo de que sea una tarea fácil. De hecho, es tal vez la responsabilidad que más me ha abrumado nunca. Escribo estas líneas con una mano, porque con la otra sostengo la tuya y, a pesar de que estamos juntos ‘solo’ desde hace poco más de mes y medio, no me imagino ahora (tu mamá tampoco) la vida sin ti a nuestro lado.
Te escribo hoy para contarte que ser padre no viene con manual de instrucciones y que, incluso en ocasiones, puede parecer un puzle irresoluble, pero así y con todo, merece la pena. Es cierto que muchas veces hay que sacar la energía de donde creía que no había y que, al menos en mi experiencia, nadie te enseña a ser papá: no existen clases de paternidad y, tal vez, a alguien debería ocurrírsele ofrecerlas. ¿Cómo se prepara y se limpia un biberón? ¿Cómo se cambia un pañal? ¿Cómo interpretar tus llantos? ¿Cómo ayudar a la mamá en sus procesos? ¿Cómo ser el papá y el compañero que mi familia necesita? Tantas y tantas preguntas…
Pero, a cambio, tu sonrisa… y la nuestra. El lunes de esta semana yo volvía a trabajar tras las seis semanas de permiso por paternidad que he podido disfrutar para estar con mamá y contigo. Había estado fuera de casa todo el día y llegaba cansado después de haber dado clases en horario de mañana y de tarde. Llegué a la habitación y os di un beso y tu alegría al verme me emocionó. Hay quien dirá que eran actos reflejo, pero significó mucho más: con tus dos manos me tocabas la cara, mientras sonreías y te movías con energía. Yo sentí que te alegraste por verme y ese ha sido uno de los instantes más bonitos que he vivido. Y lo guardaré para siempre.
En estas semanas me he atrevido a hacer cosas que nunca pensé que podría (como tomarte en brazos estando de pie) y, aunque la discapacidad me sigue limitando muchas otras, siento una fuerza en mi interior que me indica que, gracias a ti, voy a ser capaz de superar mis límites hasta cotas inimaginables. Sin duda, Mateo, me haces ser mejor cada día. No obstante, seguro que, a lo largo de tu vida, no acertaré siempre, pero ten por seguro que me voy a esforzar, en cada momento, por ser el padre que te mereces. El amor y la felicidad me desbordan y me sostienen.
Te amo, hijo mío.
