27 de mayo. Don Benito (Badajoz)
—¡Traed las palas de reanimación, rápido! ¡Nadie va a dejarnos hoy!
Pero los latidos eran muy débiles… el corazón de Unionistas parecía apagarse por momentos…
—¡No bombea suficiente ilusión! ¡Están apareciendo las dudas!
* . *
—¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?
—Estás en el cielo del deporte, el lugar donde descansan los recuerdos, las leyendas y los sentimientos pasados.
—Pero tú… eres… mi añorada…
—Sí, soy la Unión. He venido a recibirte.
—¿Entonces quiere decir que ya estoy muerto? ¿Esto es el final?
—No, nadie que llega al cielo del deporte muere. Se mantiene vivo en la memoria de muchas personas y, por ello, nosotros cuidamos, desde aquí, de todos los que nos quieren. Y tú, Unionistas, solo has venido de paso…
—Yo… estoy avergonzado. Te he fallado, mi querida Unión. No he sido capaz de honrarte hoy en el campo. He caído derrotado frente al Don Benito y no he conseguido el ascenso a 2ª B.
—No, Unionistas. No me has fallado. Esto solo ha sido un paso más en tu camino. Nunca olvides que con cada grito de ánimo, con cada celebración de un gol en Las Pistas, o allá donde te encuentres… con cada lágrima y cada alegría, con cada voz entonando mi himno en cada minuto 23… consigues que yo siga viva. Tú eres quien me mantienes en este cielo del deporte.
—Entonces…
—Unionistas, estoy orgullosa de ti. De cada persona de las que están a tu lado. Vosotros sois mi mayor legado. ¡Estoy más viva que nunca! Y ahora… vuelve abajo, consuela a los que lloran y recuérdales que el mejor homenaje es mantener viva la llama, para que me llegue hasta aquí arriba. Pase lo que pase, ad astra per aspera, tenlo siempre presente.
—Claro, ad astra per aspera…
* . *
23 de junio. Salamanca.
Hoy he mirado al cielo, mi querida Unión. He recordado tus palabras… aquel regalo que me confiaste desde tu cielo del deporte. Hoy… con más de dos mil gargantas en las gradas y otras muchas desde tantos lugares… he comprendido el verdadero sentido de mi vida. Hoy viajo a 2ª B… acompañado de muchos amigos, aunque, en realidad, es a ti a quien honran. No lo habría conseguido sin ellos… sin ti.
Y sé también que, aunque no lo hubiéramos logrado, nuestro mayor tesoro es mantener viva tu historia. Nunca te dejaremos sola.
Unionistas de Salamanca.
He terminado de escribirte estas líneas, añorada Unión. He alzado la vista a tu cielo y nos he visto reflejados en él. Ad astra per aspera.
