Querido/a visitante de la Buhardilla:
En esta página, podrás encontrar todas mis participaciones en el «reto de escritura: 5 Líneas» de Adella Brac correspondientes al año 2020, dado que la autora elimina, al final del año, los microrrelatos participantes.
En negrita, podéis ver las palabras que debían formar parte del texto, como parte del desafío.
¡Aprovecho la oportunidad para animaros a participar!
Mayo de 2020.
No sé… quizás sea hora de aceptar que ha llegado el momento de rendirse y dejarlo. No puedo evitar emocionarme cuando pienso en todo lo bueno que me ha aportado la escritura, desde aquella revista que un grupo de cinco aventureros logramos editar en mis años de Instituto hasta llegar a Jefe de Redacción de un gran medio de comunicación. Hoy termina una etapa maravillosa, ¿para siempre? Alea iacta est.
Junio de 2020.
—¡Corten! ¡No, no, mal! (“El autor de la novela nos ha pedido a un actor consagrado para el protagonista, Billy, tenemos las manos atadas”. ¿Por qué la opinión del director es la única que no se tiene en cuenta?) A ver, George, recuerda; tienes que jugar con el miedo del espectador. Después del plano anterior, todos tienen que pensar que eres el asesino, ¿de acuerdo? ¡Vamos, una más! ¡Prevenidos! ¡Luces, cámara, acción!
Julio de 2020.
Alba perdió a sus padres cuando era pequeña y creció bajo la protección de su abuelo Ángel, que había querido hacer de ella una mujer fuerte. A pesar de que la joven fue labrándose un futuro brillante, parecía que nada era suficiente para él. Su vida había sido una dura prueba, hasta que la magia de aquellos ojos azules la enamoró para siempre.
—¿Quieres casarte conmigo? —Lucía selló con sus labios un dulce pacto de amor.
Agosto de 2020.
Ella había sido capaz de todo, sola. Se había quedado huérfana siendo una niña y había vivido bajo la tutela de una tía de su difunto padre; una señora estirada que apenas la había cuidado ni se había preocupado por su manutención o su educación. Terminó la escuela en su pueblo y se puso a trabajar para poder estudiar en la Universidad. Ahora acababa de cumplir 45 años y su sueño se hacía realidad: asistía, por fin, a la primera clase del Grado en Medicina.
Septiembre de 2020.
—Es importante, hijo mío, que recuerdes algo: la vida se esfuma rápido —mi abuelo sonreía mientras me regalaba una de sus miradas escrutadoras con aquellos ojos glaucos—. Por tu vida pasarán amigos, trabajos, amores… y la mayoría de ellos se irán para no volver, pero hay algo que siempre permanecerá: la felicidad de sentirte orgulloso de ti mismo cada noche.
Tras aquellas palabras admonitorias, su alma se apagó y, con ella, un dolor punzante me embargó para siempre.
Octubre de 2020.
¿Por qué tiene que ser hoy? ¿Por qué no puede ser nunca? Abuelo, no sé qué decirte… Te has ido sin avisar y yo no estaba preparado. ¡No es justo! Cerraste los ojos, sereno; te has apagado sin hacer ruido, como habías vivido siempre, con la serenidad y la sabiduría que imprimiste a mamá y me regalaste desde pequeño. Gracias… No soy capaz de dedicarte un último verso, porque, en mi corazón, tu espíritu habitará siempre.
Noviembre de 2020.
Quizás mi caso sea particular. He aborrecido las armas desde que tengo uso de razón. Y ahora, mírame: con el uniforme recién estrenado y el gorro calado con elegancia. Más allá de la ensenada, se puede vislumbrar el faro. Su haz de luz nos marcará el camino. El capitán me ha guiñado su ojo sano, cómplice, y ha ido a buscar al contramaestre. Nos hemos preparado para esta misión durante meses: ha llegado el momento de la verdad.
Diciembre de 2020.
Hablar en público siempre me había puesto enfermo y ahora, si miro a través de mi ventana, observo una avalancha de manos en busca de un autógrafo: gritos, selfies y más gritos… ¿Quién iba a pensar que ser escritor podía convertirte en un fenómeno de masas? No puedo negar que cada mensaje, cada lector que me saluda o cada sonrisa me han sentir especial, más de lo que nunca habría imaginado, pero no sé si estoy preparado para la fama…