ESPECIAL: Cinco años y una vida

Forma parte del Cuaderno de Bitácora “Esperando a Mateo”.

El pasado 2 de febrero se cumplieron cinco años desde que desempolvé la llave, tantos años después, y reabrí la Buhardilla de Tristán. Por este hogar han pasado tantas historias, versos, reflexiones y momentos que me resultaría muy difícil quedarme con uno solo, aunque si tuviera que destacarlos, mencionaría cómo El Solucionador se convirtió en un salvavidas en una época difícil y cómo el Cuaderno de Bitácora sobre Chile y Perú fue el resultado de un amor que desborda mi vida y colma de dicha mi corazón.

Mi primera intención fue seguir un sabio consejo y dedicar este post a celebrar este quinto aniversario; un lustro disfrutando al albur de las letras. Pretendía reflexionar sobre cinco aspectos que el blog ha regalado a mi vida: exteriorizar sentimientos y vivencias que, hasta aquel momento, permanecieron reservados, crear personajes y universos, formar parte de una magnífica comunidad de lectores y escritores, descubrir nuevos autores y obras y, en definitiva, disfrutar de una pasión que me permite conectarme conmigo mismo.

Sin embargo, un hecho maravilloso, el milagro de la vida lo ha inundado todo desde hace una semana. Hace solo 7 días esperábamos que llegaras al mundo, con una mezcla de ilusión y temores, de felicidad y anhelo. A las 21:30 el proceso se aceleraba, y solo una hora después, a las 22:32, vimos tu carita por primera vez: una imagen maravillosa que nos acompañará, a tu mamá y a mí, durante toda nuestra vida.

Tu primer llanto fue nuestra primera sonrisa; habías llegado sano y fuerte. Hablé y, ante mi sorpresa, buscaste mi voz. No puedo describir con palabras qué sentí cuando la enfermera me permitió tomarte en brazos: me daba miedo que te me escurrieras entre los dedos, pero, a la vez, sentí que mi vida, que nuestra vida, estaba fuertemente asida a esas manos que me agarraron el dedo con fuerza.

Y al momento de escribir estas líneas, habiendo transcurrido tan solo una semana desde aquella inolvidable noche del día 6 y a pesar de las dudas y de las ojeras, el amor que ha inundado a nuestra familia lo envuelve y lo supera todo. Cada día vivimos y aprendemos contigo algo nuevo: tus gestos, tus llantos; todo lo que, a pesar de no saber hablar, nos transmites. Seguro que no seré un padre perfecto, pero ten seguridad de que siempre intentaré hacerlo lo mejor posible.

¡Te amamos, hijo!