Cada día me resulta más tedioso trabajar junto a ese par de merluzos. Y ese necio del Superintendente Vicente… ¡me saca de mis casillas! Pero queda menos para cumplir con éxito la misión que me fue encomendada…
Lo cierto es que cuando me infiltré los dos agentes formaban parte de un cuerpo de espías de élite. Mortadelo era un as del subterfugio; especialmente hábil para mimetizarse con el entorno: rápido, sigiloso, tenaz. Por su parte, el señor Filemón destacaba por sus excelsas dotes de negociador: templado, diplomático y con ojo clínico para la planificación estratégica.
Ahora, sin embargo, ya los ven: un patán con dos pelos, esmirriado y sin dos dedos de frente y un subalterno infantil y estólido que juega a disfrazarse como si su vida fuera un miserable carnaval. Ellos son mi mejor “invento”; el único que, desde que se me conoce como el profesor Bacterio, no ha resultado un fiasco.
No puedo revelar para quién trabajo ni cuáles son los objetivos que debo alcanzar, pero sí mencionaré que estoy cerca de dinamitar la organización desde dentro. Debo reconocer que mi jefe, bajo esa apariencia casi pueril de hombre cegaruto y bonachón, esconde una inteligencia sublime, si bien sigue extrañándome la familiaridad con la que se refiere a los miembros de la T.I.A., como si los conociera de antiguo o provinieran de un mismo lugar.
Pero… me estoy yendo por las ramas. Debo planificar sin demora mi sabotaje a la próxima misión disparatada de estos zafios.
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He ideado y presento este relato breve, de 248 palabras, para el Microrreto: El villano como protagonista propuesto por David Rubio en su blog, ‘El Tintero de Oro’ en noviembre de 2022. ¡Espero que os guste!