¡Hasta pronto!
Día 75. Santiago, 8 de septiembre de 2019.
El reloj da las 21:15 horas y llega el momento más difícil: despedirme. Mi cuerpo debe coger un avión, pero una gran parte de mí, mi corazón; se queda en Chile, con ella. Aprovechar hasta el último instante para un último abrazo, un último beso. La persona que se va es mucho mejor que la que llegó: vuelvo a España amado, comprometido, feliz. Y amando, por encima de todo. La distancia son solo kilómetros y es temporal; nuestro proyecto de vida, juntos, es mucho más.
Guardo una última instantánea de su sonrisa en mi memoria y me dispongo a cruzar el control de policía. Un deseo ferviente me acompaña: que todo salga bien para poder regresar en diciembre. Cada momento, cada experiencia, cada viaje que hemos vivido de la mano es ahora un tesoro que me llevo, guardado en lo más profundo de mí. He crecido personal y profesionalmente; he conocido nuevos lugares y, sobre todo, he compartido cada día con la persona que me hace feliz, que me completa y que saca de mí, siempre, la mejor versión. Las palabras se me quedan cortas, pero los sentimientos lo inundan todo. A pesar de la pena, soy feliz, muy feliz.
El vuelo comienza movidito, con más de dos horas de turbulencias continuadas, algunas de ellas verdaderamente violentas. A pesar de ello, consigo dormir unas horas.
Día 76. Madrid-Béjar (Salamanca), 9 de septiembre de 2019.
El vuelo llegó a las 18:54 horas, solo cuatro minutos más tarde del horario previsto, a pesar de las inclemencias que acompañaron el inicio del viaje. Trece horas para volver a cruzar el Gran Océano. De nuevo en España, pero también en Chile. Dos hogares, dos familias; deseando volver a compartir momentos maravillosos. Ahora, un nuevo capítulo que afrontaremos, como siempre, tú y yo, juntos. ¡Te amo!
Fin de este Cuaderno de Bitácora.
Me alegra ver que después de tanto disgusto y una senda tan jodida hayas podido llegar dónde estás. Así de ilusionado y con quién parece una persona que realmente corresponde tus sentimientos.
Me alegro que tanta hostia, disgusto, y quizá malas acciones de un lado u otro, al fin y al cabo haya servido para llegar dónde estás ahora.
Un abrazo viejo amigo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Gracias! Al final, por suerte la vida me ha dado alguien que me hace feliz. De las dificultades y los errores se aprende y lo mejor que uno puede hacer es ser humilde y ser feliz.
Gracias por comentar. Te deseo lo mejor.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta